Artículos


La rana y el agua hirviendo
Rocío Blanco el 11-11-2016, 12:08 (UTC)
 Si metemos una rana en una cacerola con agua hirviendo, ésta como reacción, inmediatamente saltará y saldrá de ese ambiente incómodo.

Si metemos una rana en una cacerola con agua fresquita, ésta se quedará en ella plácidamente, pues es agradable nadar en ella. Si al cabo de un rato encendemos un fuego bajo la cacerola el agua empezará a calentarse. La rana irá notando muy lentamente la subida de temperatura,e irá adaptándose a ella. La temperatura continúa subiendo, y la rana notará más y más calor... hasta llegar a un punto en que se hace insoportable e intenta escapar. Sin embargo, el calor paulatino la ha debilitado tanto que ni siquiera puede dar un saltito, y acaba rindiéndose, agotada, en el agua hirviendo.


Ésta es el resumen de una fábula de Oliver Clerc, que tiene mucho que enseñarnos sobre el comportamiento de los humanos.

Muchas veces tardamos en darnos cuenta que estamos en una situación de peligro o dañina, y nos vamos acomodando y adaptando a una situación incómoda, con problemas, molestias, desagradable... sin ser conscientes de que tal vez un pequeño cambio puede salvarnos.
Cuando ya estamos enfermos, lesionados, aislados socialmente, estancados en un trabajo, puede ser tarde.

También tiene mucho que ver con la zona de confort. Preferimos estar incómodos en un ambiente conocido para nosotros, que hacer algo y empezar de nuevo. A veces es bueno simplemente probar.. al fin y al cabo la cacerola sigue ahí, y podemos volver cuando queramos. Pero tal vez cuando queramos salir ya estemos cansados o cegados en la realidad paralela, y sea tarde.

Adelantémonos a estar hervidos; ¡SALTA!
 

Objetivos para salir de la zona de confort
Rocío Blanco el 03-10-2016, 09:55 (UTC)
 
Todos los deportistas establecen una rutina más o menos estricta. Entrenamientos, competición, vida diaria; con sus correspondientes preparativos.
Cumplir esta rutina, los compañeros, el entrenador, el público… nos trasladan a una sensación de seguridad, de control. El control nos hace sentirnos seguros, y desde ahí, la certeza de mantener la incertidumbre al mínimo nos hace actuar y rendir bien.

Nos permitimos experimentar siempre dentro de un margen, nuestra área segura; algo que no diste mucho de lo que solemos hacer día a día, y así ir probando poquito a poco.

¿Qué pasa cuando estamos mucho tiempo rindiendo bien, cómodamente, sintiéndonos seguros?

Lo que pasa es que estamos en nuestra zona de confort. Dar un paso, en cualquier dirección, supondría volver a un punto similar al de partida: volver a explorar a ciegas y no saber qué va a pasar. Punto de partida sólo hay uno, el comienzo, todo lo que venga después son continuaciones. Ese paso que damos en cualquier dirección supone un avance; muchas veces no lo damos por miedo, miedo a retroceder, a hacer el ridículo, a fracasar, a equivocarnos… No olvidemos que el error forma parte del aprendizaje. Cada acción que realizamos es una elección menos a probar; si no la probamos nunca sabremos si es o no efectiva para alcanzar nuestro objetivo. Ah, OBJETIVO, esa palabra tan escuchada y a la vez ignorada… ¿Tenemos objetivos? Sin un objetivo, una meta que nos indique hacia dónde queremos ir, es difícil llegar. Entonces, ese paso que tenemos que dar en cualquier dirección, no es realmente cualquier dirección. Puede parecer que no lo es, que nos sintamos perdidos, y tal vez el camino se redirija solo. Empezar a andar cuando ya conocemos el sitio donde estamos ahora y que tan bien nos sienta… no es fácil, pero es necesario; es la única forma de superarnos y examinar hasta dónde podemos llegar.



Rocío Blanco


 

Mi hijo es un "pato", por eso no hace deporte
Rocío Blanco el 21-09-2016, 16:19 (UTC)
 Una preocupación bastante común entre los padres es la elección de una actividad extraescolar para sus hijos. El deporte es una buena opción para ocupar su tiempo libre; también combinado con actividades que fomenten y complementen sus estudios y crecimiento personal, como academias, idiomas, etc.

Algunos padres descartan rápidamente la idea de que su hijo haga deporte porque consideran que no tienen las cualidades y aptitudes necesarias o conceden más importancia a otras actividades. Bien, por un lado es importante saber que existen muchos tipos de deporte y actividad física. Las cualidades que requiere cada una son tan variables como la diversidad de actividades que existen. En mi opinión, cada uno tiene la suya, sólo hay que dar con ella. Además, la elección de una actividad no es permanente e inamovible… se puede probar, cambiar, empezar, e incluso volver; lo importante es que el niño disfrute con lo que hace. Y aunque es cierto que existe una predisposición, nadie nace enseñado. Si el niño disfruta, mejorará fácilmente.

Otro dato importante a tener en cuenta es que el deporte y la actividad física ayudan precisamente a desarrollar esas cualidades que vuestro hijo no tiene. Es decir, no es necesario que sea un as corriendo, tenga una buena coordinación, sepa saltar muy alto… eso vendrá después. El deporte ayuda a desarrollar y fomentar la psicomotricidad, lo cual significa que cuanto más se mueva y practique, menos “pato” será. Y no sólo eso, el deporte también ayuda a que todo lo demás funcione mejor. Las habilidades sociales, tanto si es una actividad colectiva o individual, mejoran al relacionarse con compañeros, entrenadores y otros deportistas. También las capacidades intelectuales se benefician de la actividad extra que realiza física y mentalmente el niño, y así mejoran capacidades como la organización, la concentración, la responsabilidad de uno mismo… Por último, los beneficios se observan incluso en el humor y la actitud de los menores, que suelen mejorar positivamente junto a lo demás.

Así que, para tenerlo claro, ¿qué actividad es mejor? Como decía, cada uno tiene su actividad predestinada. Se trata de probar, experimentar y crecer. Y sobre todo, no realizar estas actividades con el objetivo de llegar a lo más alto, si no de desarrollarnos lo máximo posible, aprendiendo y disfrutando el camino.


Rocío Blanco



 

No estoy loco, voy al psicólogo
Rocío Blanco el 19-09-2016, 17:02 (UTC)
 Aunque afortunadamente, la psicología se está adentrando cada vez más en la sociedad y muchos de los mitos que la envolvían van desapareciendo, aún hoy día existe un cierto miedo o vergüenza (no sé muy bien cómo clasificarlo) a pedir ayuda y/o decir que la estamos recibiendo.

Lo cierto es que la psicología es una profesión sanitaria tal como cualquier especialidad médica. Y a esas sí que vamos sin ningún tipo de pudor. Ante la duda, una molestia, un dolor, o simplemente para una revisión, vamos al profesional que corresponda. Pero, ¿un psicólogo? ¡Ni que estuviera loco! En realidad creo que sería todo lo contrario… ¡Es de locos no ir al psicólogo! Igual que se entendería comúnmente que es de locos no ir al dentista si te duele una muela o ir al fisioterapeuta si te notas contracturado.

Lo ideal es que todo el mundo fuera al psicólogo. Sí, todo el mundo. Como cuando queremos hacernos una puesta a punto. En este sentido, vamos a la peluquería, nos hacemos algún tratamiento, compramos ropa nueva… y todo lo que se os ocurra. Cuando finalizamos, físicamente estamos como nuevos; pero, ¿y por dentro? De vez en cuando convendría hacerse también una puesta a punto como la de los coches: comprobar si todo anda bien ahí dentro (lo cual es imprescindible para que ande bien fuera), ajustar si hay algo que lo precise, cambiar aquello que no funciona o añadir de nuevas lo que sea necesario. ¿Veis la analogía? Pero el psicólogo presenta pequeñas diferencias con el mecánico. En la consulta de psicología es la persona que acude quien ha de hacer todos los cambios, reemplazar, ajustar, y añadir lo nuevo. El psicólogo simplemente te acompañará en el camino, dándole las piezas y herramientas necesarias.

Así que, volviendo al principio, elimina esos tabúes, miedos o negaciones a ir al psicólogo. Es la persona que mejor te puede ayudar si estás pasando una mala racha… tu vida a recibido varios cambios últimamente (positivos o negativos)… estás pasando por una ruptura, separación o distanciamiento de un ser querido… si estás perdido en tu camino… no sabes cómo afrontar una situación… no estás a gusto contigo mismo… si quieres ganar confianza… mejorar en tus habilidades sociales o comunicativas… alcanzar una meta concreta…


Rocío Blanco



 

<- Volver  1  2 

Siguiente->

Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis